Archivo de la etiqueta: chamanismo

EL ARTE DE SANAR: PSICOTERAPIA Y MEDICINA AMAZÓNICA

Encuentros con lo sutil # 8

Por Javier Esteban

 

Solo tres consejos deseo encomendarte:

El primero es que procures ser amigo de Aquel que está en todas partes y en todos los cuerpos.
El segundo, que tengas paz con todos los seres.
El tercero, que no pierdas el tiempo que se te ha concedido en este mundo; ocúpate en lo bueno de día y de noche.
Haz en adelante lo que bien te parezca.
Toda persona que se atenga a su propia conciencia, alcanzará para sí lo excelente y conquistará la vida.

Huehuetlahtolli, «antiguas palabras”. Texto tradicional náhuatl.

El término chamán viene del idioma evenki, lengua siberiana de la región tungús de la que era originario el pintor Vassili Kandinsky; exótico para la mayoría, despierta hoy tanta atracción como reserva -y confusión- porque ha dejado de lado su significado original para convertirse en un término genérico bastante difuso. Chamán designaba en lengua evenki a quienes, tras la muerte, podían guiar el alma hasta un lugar definitivo para su descanso, acepción original del término que difiere del significado actual, mucho más amplio y disperso, y, en gran parte, una creación del historiador de las religiones Mircea Eliade…

Juan José Herrera de la Muela.

http://zugvogelblog.wordpress.com/

 

 

 

El próximo 9 de Mayo, a las 19.30 horas, tendremos una ocasión muy especial de asomarnos al conocimiento sutil. Nuestro invitado es un hombre que reúne la condición de psicoanalista junguiano y curandero amazónico.

 

 

Pio Vucetich es un experto en la medicina ancestral y un psicólogo con 30 años de experiencia, especializado en el tratamiento de enfermedades del alma, principalmente adicciones, y otras enfermedades físicas y psicológicas.

Pio Vucetich combina la psicología occidental con el uso de plantas medicinales y otras técnicas empleadas desde la antigüedad por los sanadores tradicionales de la Cuenca andino-amazónica del Perú, su país.

Su visión de la curación del alma entronca con las tradiciones chamánicas y se completa con su formación de analista e intérprete de estados ampliados de conciencia.

Sobre estos conocimientos, nuestro invitado hará una exposición de su trabajo y conversará con Juan José de la Herrera de la Muela y Javier Esteban.

 

Enlaces recomendados sobre el tema:

http://zugvogelblog.wordpress.com/

http://piovucetich.blogspot.com.es/

 

 

PIO VUCETICH

 

Nació en Paucartambo, provincia ubicada a 100 k.m. al este de la ciudad del Cusco, sobre el río del mismo nombre, en una zona que, por ser el umbral entre las regiones geográficas de la sierra y la selva peruana, es poseedora de ricas raíces en las tradiciones chamánicas de ambas regiones.

Criado en el seno de una familia respetuosa de las tradiciones culturales, aprendió a hablar y pensar en quechua y castellano. Aprendió también a sentir los Apus (Ausangate, Apuccanac Huayna, Pachatusa y Huanacauri) como montañas ancestrales sagradas.

Desde niño se integró a las fiestas espirituales de su tierra, participando en las danzas rituales y peregrinajes, como también en ceremonias rituales con los Huatoc y Pacos. Como más tarde lo haría con los chamanes andinos y amazónicos, llamados en la zona Runamishas, Animishas y Hunayas, respectivamente.

Realizó sus estudios primarios y secundarios en Paucartambo y Cusco. Más tarde viajó a continuar sus estudios profesionales en la Universidad Nacional de la Plata, Argentina, en donde se graduó como Psicólogo Clínico en 1980, y posteriormente en Psicoterapia Psicoanalítica (1983); paralelamente se acercó a la tradición oriental, en la que recibió la Iniciación Espiritual en el año 1976.

Desde 1983 trabaja en Perú como Psicoterapeuta y Psicohigienista en su consultorio particular. Al mismo tiempo ha colaborado en organizaciones sociales y en comunidades periféricas urbanas.

En 1987, mientras realizaba trabajos de autosanación con la planta maestra del ayahuasca, se reafirma en sus raíces ancestrales e identidad espiritual y retoma su acercamiento al chamanismo andino amazónico, extendiendo su formación en la tradición médico-chamánica-amazónica, primero dutante 10 años con maestros indígenas shipibos y luego durante 10 años con maestros indígenas de Lamas, una etnia reputada por su conocimiento de la medicina ancestral. Tiene el reconocimiento de sus maestros y linajes para la realización de su trabajo como curandero tradicional.

Desde 1993 trabaja en la formación de un equipo multidisciplinario, el cual está integrando la Medicina y Psicoterapia modernas con el Modelo de la Medicina y Chamanismo Ancestral, para permitir como Chaka Runa- «Hombre puente», que las personas no indígenas entiendan y accedan a la experiencia de expansión de la conciencia y aprovechar al máximo las posibilidades terapéuticas de las plantas maestras sin alterar los rituales ancestrales.

Viaja frecuentemente por Europa y otros paises del mundo dando conferencias sobre el uso terapeutico de las plantas medicinales amazónicas.

Ahora esta concentrado sus esfuerzos en preparar y desarollar Sacha Q´ente, un proyecto que incluye la creación de una centro medicinal que permita ayudar mejor a mas gente y poner en práctica su vision de la sanación, así como la reforestación de una gran area en la frontera con el parque nacional del Manu con la intención de crear un santuario ecológico.

 

[Fotos del acto, donde 300 personas escucharon atentamente al hombre medicina]

ES_Pio_Vucetich_02

 

 

 

Para saber más: Blog relacionado con el tema

Chamanismo: Rastros y ecos distantes.

 

por José Carlos Aguirre

Esta entrada, en sus diversos parágrafos, pretende ser un mero prolegómeno, un panorama disperso de rastros capaces de indicarnos qué pudiera ser eso del chamanismo. Al tiempo y en el tercer parágrafo reseñaré la magnífica película “El camello que llora” como recapitulación de tales rastros, como introducción a la sensibilidad propia de las tradiciones chamánicas y como relato en el que la promoción ritual de la salud queda postulada como uno de los ejes de la sensibilidad chamánica.

 

I

 

 

El chamanismo, siguiendo la pista indicada por uno de los personajes de “El camello que llora” acaso no sea más que una canción muy especial. Del mismo modo que las técnicas espirituales sufíes una respiración que se transforma en ritmo y en danza. O quizá la meditación zen una respiración que se convierte en un cristal claro y limpio que todo lo acoge. Aproximarse al chamanismo requiere un esfuerzo considerable. Nos instalamos en el alba de la humanidad; en el nacimiento del imaginario, del arte y de la simbólica; en el acontecer del ritual y su tempo como ese espacio privilegiado del que mana la vida al ordenar y servir de referente al tiempo ordinario. También nos instalamos en una naturaleza animada –la physis nos dice- como libro abierto de la vida y metáfora cifrada de la existencia humana. Dicen que las culturas chamánicas no tienen libro sagrado pero como nos recuerda Frithjof Schuon en “El sol emplumado”, su magnífica colección de ensayos sobre la tradición lakota, la naturaleza entera es su gran libro sagrado. Sus leyendas son sus códigos hermenéuticos y su fibra íntima. En los mismos, los animales y las plantas son también aspectos de lo humano y lo humano un aspecto más de la vida. De ahí que animales y plantas nos hablen y nos instruyan en fábulas, leyendas, experiencias oníricas y estados modificados de conciencia; pero, ¿nos hablan de verdad?(alguna vez lo he escuchado). ¡Qué pregunta más impropia!… Cierta vez escuché a un hombre-medicina shuar diferenciar entre la anaconda corriente y esa otra anaconda presta a la mirada y a la palabra viva… Y qué nos dicen plantas y animales. Nos hablan de nuestra forma, de nuestro ser; y por eso mismo de nuestra salud, de nuestro vigor y de la recuperación de nuestra forma cuando, desequilibrados, la perdemos. ¿El chamanismo?, una canción muy especial, un ritmo que nos devuelve la memoria de nuestra forma y salud, un estado propio –no ajeno- que, irrumpiendo, nos desvela nuestra forma, nuestros desequilibrios y el viático hacia la salud. A todo esto se añadirán unos importantes conocimientos de herboristería y, también, un conocimiento preciso en el manejo del tempo ritual, de los cánticos, símbolos, representaciones y demás cifras de vida que vengan a convocarse.

 

Los rituales chamánicos, facilitados por un chaman reconocido y capacitado por una determinada tradición, quedaran pues configurados como una teúrgia o como rituales de magia pneumática capaces de promover la salud y de restaurar los equilibrios perdidos a través de la rememoración de unos misterios; los de la vida y sus registros de plenitud y escisión; los del engarce entre materia y espíritu, entre posibilidad de ser y plenitud de ser, entre superficies y profundidades, entre las meras apariencias y esas fuerzas activas que constituyen toda trama. Tras las necesarias habilidades del hombre-medicina, manejando y orientando las energías desatadas y las potencias de vida que subyacen a la experiencia ritual, acontecerá cierta capacidad para ver en lo oculto y lo profundo; en concreto en esa red de fuerzas activas que determinan superficies y apariencias. El chaman sabrá pues de determinados tránsitos de la vida anímica y del territorio en que estos se desenvuelven. Me refiero todo a esa trama de correspondencias entre psique y cosmos de las que dependerá el acceso de nuestra conciencia a secciones de vida de lo más diverso -bien de expansión e integración, bien de escisión y contracción-. De esta manera los estados del alma se corresponderán con determinados estados del Ser; o lo que es lo mismo dichos estados del alma ampararan el acceso de la conciencia a diferentes secciones o texturas de realidad. Así, esos tres niveles ontológicos -esas tres texturas de realidad o estados del Ser-, que dijera Eliade, tan recurrentes de los cosmos chamánicos –celestes, terrenales e infernales-, dependerían en su brindarse del encuentro entre la textura espiritual, visionaria e imaginaria de cada cual con la trama de su propia vida. Lo que supondría que esta geografía imaginal, en sus tierras celestes, infernales y mundanas, daría cuenta de la vida anímica del hombre y del modo en que éste habita el mundo. En esa cópula entre psique y cosmos, en los desajustes de la misma, podría radicar el origen de ciertos padecimientos. El chaman u hombre-medicina sabrá de la geografía imaginal descrita y de sus nexos y, al tiempo, sabrá facilitar un determinado tránsito, sanador y catárquico, por tales geografías del espíritu; si es que es el caso y si es que los padecimientos de quien ha perdido la salud así lo aconsejan. El rito, la modificación de conciencia y la ruptura de la cotidianidad propia del ritual serán la clave básica de su práctica sanadora. El rito -y las influencias que el rito dinamice- será pues lo que otorgue el carácter medicinal y sanador a cualquier brebaje visionario o fármaco que pueda ser empleado. El rito desde su radical intimidad con la conciencia humana y desde las influencias que acoge.

¿La brujería?. Los saberes del alma que sirven para sanar, precisamente por operar sobre el alma también sirven para hacerla enfermar o para rentabilizar y manipularla en alguna dirección. Pongamos la superstición en su sitio y la brujería y la magia en el suyo, un sitio bien distinto. Como bien nos recuerdan Umberto Eco o Ion P. Culianu -y como bien nos advirtiera indirectamente el gran Giordano Bruno- es la sociedad contemporánea, en sus circuitos de imágenes y en los diseños de identidades resultantes, la que ha realizado la vigencia política a gran escala de la magia de manipulación.

 

 

 

II

Me refería a la dificultad de comprender y acceder a los universos chamánicos. Encontramos una gran lejanía cultural y los referentes neochamánicos -a medio camino de la new age, las supersticiones contemporáneas, el síndrome de Harry Potter y la estafa más insidiosa- son todo menos una ayuda. Antes de nada quisiera diferenciar entre dos categorías diferentes que, generalmente, se confunden. Una cosa es la dignísima curandería mestiza y otra las tradiciones chamánicas propiamente dichas. La primera supone la pervivencia en sociedades, más o menos occidentalizadas y cristianizadas, de sabidurías de curandería nativa pero ya en otro marco sociocultural y religioso diferente del chamánico. Esta distinción, aparentemente diáfana, viene a complicarse por los agudos procesos de aculturación que observamos en muchas tradiciones y culturas nativas. Añadamos a este paisaje complejo la actual moda neochamánica y su capacidad para agudizar las contradicciones existentes. Como se hace evidente frente a la demanda de chamanes surgirán los que se hagan pasar por los mismos; o los que improvisen, a veces sinceramente (o no), unos conocimientos casi perdidos y peor entendidos…

En fin, las dificultades a la hora de asomarse a los universos chamánicos no son pocas pero si que cabe cierto acercamiento a lo que siendo tan ajeno nos es, paradójicamente, tan propio. Por muy lejano que nos resulte el chamanismo no deja de interpelar a lo humano y a la plenitud de sus potencias. Para este movimiento de acercamiento al chamanismo dirigir nuestra mirada a sus variedades tibetanas y mogolas nos ofrecerá un auténtico arsenal de referencias y de instrumentos hermenéuticos y de comprensión. No olvidemos como su vinculación con el lamaísmo asegura la pervivencia y la orientación sapiencial de tales referentes chamánicos. Al hilo de lo dicho tampoco estaría de menos atender a esa reflexión de Toshihiku Izutsu sobre el taoimo en tanto refinamiento del chamanismo tradicional chino.

Por cierto, esas nuevas veredas destinadas a tecnificar y a especializar, aun más si cabe, la formación de los antropólogos, bien lejos de toda perspectiva generalista, integradora y humanística, -antes llamábamos a esto una perspectiva culta, es decir, cultivada- sirven de muy poco a la hora de clarificar que sea eso del chamanismo ya que quedan rotos los puentes que facilitarían su reconocimiento. Advirtamos cómo una formación que desatienda una perspectiva integral, generalista y dispuesta a la pluridisciplinariedad sólo privará al investigador de los más elementales recursos hermenéuticos capaces de discernir las variedades del éxtasis o la propia naturaleza del chamanismo como expresión del espíritu humano. En este sentido el estudio de las tradiciones chamánicas es muy difícilmente deslindable de la historia de las religiones, de la filosofía de las religiones o de una fenomenología del éxtasis y la experiencia religiosa. De ahí la pertinencia de la obra de Mircea Eliade en tanto historiador y filósofo de las religiones…

 

continúa en: http://phantastikablog.blogspot.com.es/