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Si pudiera vivir nuevamente mi vida: Borges, el autoconocimiento y la transferencia.

DIARIO PARA LA ESPERANZA, domíngo 26 de abril.

Por Javier Esteban

Instantes

Jorge Luis Borges

<< Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo. >>

La historia de este poema atribuido a Borges es sin duda borgiana. Aunque su estilo y su temática sean muy diferentes a los del maestro, el sólo hecho de que sea un gran poema de autoconocimiento hace que proyectemos en la figura de un genio de la literatura, pero el solo hecho de que su autor pudiera ser Borges también hace que pensemos que es una gran enseñanza.

Como suele ocurrir con la literatura, no importa la autoría sino el eco que produce en nosotros.

PARA SABER MÁS SOBRE ESTE POEMA

Aprendiendo de Ibn Arabí, con Fernando Mora.

DIARIO PARA LA ESPERANZA, sábado 18 de abril

por Javier Esteban

XXI
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía…
Después soñé que soñaba

Antonio Machado, Proverbios y cantares

Buscamos explicaciones, más tarde buscamos causas, al final buscamos manantiales…

De momento encuentro este bello texto de Fernando Mora, el filósofo que traduce a Ibn Arabí, al que llaman el maestro de los maestros.

<< Estas son algunas de las cosas que he aprendido estudiando a Ibn Arabí, escribe Fernando Mora:

Dios crea el mundo según lo que conoce. No crea el bien y el mal, sino que conoce un mundo, bueno y malo, que crea de acuerdo a dicho conocimiento. La denominada misericordia ontológica no discrimina y trae a la existencia tanto lo positivo como lo negativo.

Dios no es la causa del mundo, sino que es el creador de las causas.

Dios no castiga a nadie; es cada cual el que se castiga a sí mismo.

Lo que adoramos no es a Dios en sí (el cual resulta inaccesible y está más allá de ser y no-ser), sino al llamado Aliento del Todo-Misericordioso, la divina respiración, que es la manifestación de la compasión existenciadora.

Todos los seres —animados e inanimados— del cosmos hablan y están vivos porque adoran aquello que entienden de Dios. Toda la existencia le rinde la llamada adoración esencial. Nadie ni nada puede sustraerse a ella.

Los seres humanos no son los únicos seres parlantes que existen en el cosmos. Todo el universo habla.

Todos los seres irracionales están imbuidos de santidad natural. También son capaces de interceder por nosotros y de granjearnos la gracia divina.

No sólo todos los seres están dotados de lenguaje, sino que el lenguaje mismo es una comunidad de seres.

Todos los seres, incluso los más malvados, están destinados a la felicidad última.

La verdad en sí es inaccesible en la medida en que percibimos el mundo desde un punto de vista limitado y de acuerdo a una capacidad determinada.

No se debe buscar a Dios (sólo se busca lo inexistente, lo que no está aquí). Hay un aspecto de Dios que está siempre presente y no es en el futuro ni en el más allá, sino en el aquí y ahora, que lo reconocemos. >>

Gracias, Fernando.